sábado, 19 de enero de 2013

Como la montaña rusa

Muchos de nosotros confiamos en Dios como si montáramos en una montaña rusa, es decir con nuestras emociones las cuales en un instante están arriba y al siguiente instante están abajo o aveces de cabeza. La Biblia dice: Engañoso es el corazón más que todas las cosas,  y perverso;   ¿quién lo conocerá? (Jer 17:9),  y también en proverbios nos dice: El que confía en su propio corazón es necio;  (Pro 28:26), entonces ¿por qué cuando alguien dice "lo hice de corazón" lo consideramos como algo bueno y virtuoso en sí mismo?, la Escritura claramente nos está diciendo que no debemos confiar en nuestro propio corazón, pues del corazón salen las guerras y los pleitos y aun las mentiras de los falsos profetas (Jer 14.14; Mat 15.18; Stg 4.1), es por eso que nuestras vidas espirituales son como montañas rusas porque siempre hemos creído que nuestro corazón es estable y lo utilizamos para tomar todas nuestras decisiones cuando en realidad nuestro propio corazón debe ser entregado totalmente a Dios pues es Dios quien lo escudriña y es su palabra la que penetra hasta lo más profundo de él (He 4.12).
Sin embargo el hombre no quiere entender esta verdad, y aun en muchas iglesias encontramos a muchos lideres incitando a la gente a obrar con el corazón, dando a entender que tienes que hacer lo que "sientas que es correcto" cuando en realidad ¿Quién conocerá el corazón del hombre? ¿no es acaso Dios quien conoce todas las cosas? , entonces por qué seguir en nuestra montañita rusa de todos los días, esperando sentirnos bien para alabar al Señor, esperando sentirnos bien para adorarle y honrarle como se debe, y apartarnos de él cuando nos afligimos. El cristiano de ninguna manera puede vivir así, la senda del justo es como la luz de la aurora que va de aumento en aumento, venciendo sobre el pecado y asemejándose cada vez más a Cristo su Señor y Salvador, pero ¿qué tan difícil es dejar de confiar en nuestro corazón de montaña rusa?, yo diría que sin Cristo es imposible, pero con él todo se puede, ciertamente fallaremos y nos afligiremos pero él estará con nosotros extendiendo su mano tal y como lo hizo con Pedro cuando este se hundía. Hermanos no desfallezcamos ni confiemos en nuestros sentimientos, Dios es quién conoce el futuro y quién controla todo lo que acontece en este mundo, confiemos en él y en su palabra y entreguemos nuestro corazón y nuestro pensamiento a él, llevándolos cautivos a la obediencia de Cristo.

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