Muchas veces en los momentos de crisis observamos detenidamente nuestra vida y llegamos a la conclusión que la crisis es producida por algo que estamos necesitando; atravesamos escasez, enfermedad, falta de amor, soledad, etc. Y siempre observamos esas carencias como las que nos producen la crisis y esto nos lleva a buscar llenar ese vacío que tenemos con lo que nuestra mente y corazón nos dice que podrá satisfacer esa necesidad que estamos sintiendo. Sin embargo en este punto me estoy acordando de una conversación que tuve con una persona hace algunos meses, yo le preguntaba a esta persona: "¿qué esperas de la vida?" y él me contestó "trabajar", yo le contesté: "Disculpa lo que te voy a decir pero nosotros trabajamos para vivir, pero si vivimos para trabajar eso no nos hace diferente de los animales, sólo lo haríamos por supervivencia, entonces si trabajamos para vivir ¿para qué vivimos?".
Y esa es la gran pregunta, nosotros trabajamos para ganarnos el pan de cada día, y comemos ese pan para poder vivir pero ¿para qué vivimos?, y es aquí en donde podemos detenernos a pensar por un momento acerca de cual es nuestra verdadera necesidad, porque si yo estoy en escasez, deseo tener provisión, pero si deseo tener provisión es porque deseo vivir, pero ¿por qué deseo vivir? ¿qué es lo que realmente hace la vida tan importante?.
La palabra de Dios dice que el Padre conoce cuáles son nuestras necesidades aun antes que nosotros se lo pidamos (Mat. 6:8), y no sólo conoce aquello que nosotros físicamente necesitamos sino que conoce aun la necesidad más profunda que hay dentro de nuestro ser, la necesidad de conocerle más a él de la cual el resto de necesidades son sólo sombras o escaleras que llevan al cumplimiento de su último propósito con nosotros, moldearnos a la imagen de Cristo para su gloria.Esta es nuestra verdadera necesidad conocerle tal cual él es mediante su palabra, como la escritura declara en Romanos 8:28 todo ayuda a bien..., tu escasez ayuda a bien, tu soledad ayuda a bien, tus debilidades ayudan a bien, tu enfermedad ayuda a bien, y así cada necesidad física que percibas es Dios supliendo tu más grande necesidad, tu necesidad de él.
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