sábado, 22 de septiembre de 2012

Una nación dormida en esclavitud (parte II)

Continuamos con la segunda y última parte de la serie "Una nación dormida en esclavitud" tomada del libro "Revolución en el mundo de las misiones" por K.P. Yohannan, para leer la primera parte de este escrito puedes dar click acá.

Una nación dormida en esclavitud (parte II)


La prisión donde los mandaron era literalmente un calabozo de la muerte. Metían a la fuerza a 25 a 30 personas en una sola habitación sin ventilación ni servicios sanitarios. El olor era tan horrendo que los nuevos frecuentemente se desmayaban en menos de media hora.
El lugar donde mandaron al hermano Paulose y a sus compañeros estaba lleno de piojos y de cucarachas. Los prisioneros dormían en los pisos sucios. A la noche las ratas y los ratones les mordisqueaban los dedos de las manos y de los pies. No había calefacción en el invierno; ni ventilación en el verano. Para alimentarse, los prisioneros podían comer una taza de arroz por día, pero tenían que hacer fuego en el piso para cocinarlo. El salón estaba constantemente lleno de humo porque no había chimenea. Debido a la dieta inadecuada los prisioneros se enfermaban, y el hedor de vómito se sumaba a los otros olores putrefactos. Sin embargo milagrosamente ninguno de los cristianos estuvo enfermo ni siquiera un día, durante todo el año.Después de cumplir sus sentencias de un año, liberaron a los 9 creyentes recién convertidos. Luego las autoridades decidieron doblegar al hermano Paulose. Le sacaron la Biblia, lo encadenaron de manos y pies, y lo forzaron a pasar a través de una entrada pequeña a un cuarto diminuto que había sido usado para guardar los cadáveres de los prisioneros hasta que sus parientes los reclamasen.



En la húmeda oscuridad, el carcelero le pronosticó que su cordura no duraría más que unos días. El cuarto era tan chico que el hermano Paulose no se podía para ni estirarse en el piso. No podía hacer fuego para cocinar, así que los prisioneros le pasaban comida por debajo de la puerta para mantenerlo vivo. Los piojos comían su ropa interior, pero no podía rascarse por las cadenas, que pronto laceraron sus muñecas y sus tobillos hasta los huesos. era invierno y casi muere congelado varias veces. No podía diferenciar el día de la noche, pero cuando cerraba sus ojos, Dios le permitía ver las páginas del Nuevo Testamento. A pesar de que le habían sacado su Biblia, podía leerla en la oscuridad total. Esto  lo sostenía mientras soportaba la tremenda tortura. No lo dejaron hablar con nadie por tres meses. El hermano Paulose fue transferido a varias cárceles. En cada una, compartía continuamente su fe tanto con los guardias como con los prisioneros.
Aunque el hermano Paulose lo mudaban de cárceles, no quiso formar iglesias secretas. "¿Cómo puede un cristiano mantenerse callado?", preguntaba. "¿Cómo puede una iglesia estar oculta?" Jesús murió públicamente por nosotros. No trató de ocultar su camino a la cruz . Nosotros también debemos hablar abiertamente a pesar de las consecuencias".

Viniendo de la India, donde fui golpeado y maltratado por mi fe, sé lo que es estar en una minoría perseguida en mi propio país. Cuando pisé suelo occidental, pude sentir un espíritu de libertad religiosa. Los estadounidenses no ha conocido el temor de la persecución. Nada les parece imposible. Desde la India siempre había visto a los Estados Unido como una fortaleza en el cristianismo. Con la abundancia tanto espiritual como material, la prosperidad sin igual ante todas las naciones de la tierra, y una iglesia totalmente libre de restricciones, esperaba ver testigos valientes. La gracia de Dios obviamente fue derramada en esta nación y en la iglesia de una manera que ningún otro pueblo experimentó.
Sin embargo encontré a una iglesia en deterioro espiritual. Los creyentes todavía eran los primeros patrocinadores de las misiones, pero esto parecía ser más por accidente histórico que por una convicción profunda como la que esperaba encontrar. Al hablar en las iglesias y conocer al cristiano promedio, descubrí que tenían tremendos conceptos erróneos sobre el mandato misionero de la iglesia. En las reuniones, mientras escuchaba las preguntas de mis anfitriones y oía sus comentarios sobre el tercer mundo, y mi corazón estallaba de dolor. Sabía que esta gente era capaz de mucho más. Estaban muriendo  espiritualmente, pero sabía que Dios les quería dar vida de nuevo. Quería que su iglesia recuperara su mandato moral y el sentido de la misión.

Pero aun no sabía cómo. Ni cuando. Pero sabía una cosa: Dios no había derramado tantas bendiciones sobre esta nación para que los cristianos vivan en extravagancia, autocomplacencia y debilidad espiritual. Por fe podía ver venir un avivamiento, el cuerpo de Cristo redescubriendo el poder del evangelio y su obligación evangelística. Pero por el momento, todo lo que podía hacer es ser sensible a la situación errónea, y orar. Dios no me había dado las palabras para expresar lo que estaba viendo, o una plataforma sobre la cual hablar. Sino que todavia tenía algunas lecciones importantes para enseñarme, y las iba a aprender en esta tierra extraña, lejos de mi querida India.

Evangelio para Asia 

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