miércoles, 1 de diciembre de 2010

I. ¿De qué ateísmo habla la Biblia?



En una sola ocasión (Ef 2,12) aparece en la Biblia la palabra “ateo”, pero con un significado que hay que precisar respecto a la resonancia actual de este término. Sólo algunos textos del AT recogen la declaración expresa de los impíos o necios: “Dios no existe” (Sal 14,1; Sal 53,1). Sin embargo, hay que reconocer en seguida que estas afirmaciones no son teóricas ni se refieren directamente a la “existencia” de Dios, sino “éticas” y en conexión con la vida del hombre y con sus obras, valoradas en dependencia o no de un Dios legislador y juez de todos.
Estas distinciones hoy son admitidas y compartidas por todos los que estudian exegética y teológicamente la revelación bíblica sobre Dios y sobre el hombre en relación con él.

1. El ateísmo “ético” de la Biblia.
Un examen atento y a la escucha del mensaje bíblico parece invitar a preguntarse si está bien planteada hoy la alternativa entre el ateísmo de tipo bíblico y el de tipo teórico actualmente corriente. En efecto, ¿cuándo se hace una opción decisiva en la vida -y en la fe- de una criatura? ¿Cuando se niega la existencia de Dios (en sí) o cuando no se le reconoce ni se le admite involucrado en la existencia del propio hombre y del cosmos?: La respuesta que se deduce de toda la Biblia está en la línea de la segunda parte del dilema: ateísmo humano es ya el “ético”. Por lo demás, el anuncio fundamental de la revelación judía y cristiana no es tanto sobre la existencia de Dios (Dios existe), sino sobre su presencia como Dios vivo al lado y dentro de la historia humana.


2. Páginas bíblicas.
Aunque limitamos nuestro estudio a los textos principales, son numerosos los capítulos de la revelación bíblica relativos a la figura del ateo y a las “opciones ateas” que pueden hacer los hombres.
- Los escritos proféticos hablan de la presencia de impíos que oprimen a los inocentes en la misma comunidad israelita. Ellos legitiman su comportamiento afirmando que Dios no ve, y que por tanto no se preocupa ni hace justicia en favor de los oprimidos. Así en Is 5,18-20; 29,15; 66,5; Jer 5,11-13; 14,12-18; Ez 8,7-12; 9,9; So 1,12.
- En los textos sapienciales se desenmascara la figura del impío en comparación con la del hombre sabio, que cree en Dios. Es particularmente eficaz la contraposición entre las dos categorías de personas en Sg 2 (y en toda la sección de Sb 2-5). Es célebre la consideración (en la cual se inspiró luego Rm 1,18-32) de Sg 13 sobre la necedad de la idolatría: ¡detenerse en las criaturas mientras se busca a Dios creador! En el libro de Jb se juzga como camino recorrido por hombres perversos aquel que lleva a decir, dirigiéndose a Dios: “Está lejos de nosotros! ¿Qué puede hacernos el todopoderoso?” (Jb 22,12-20)
- Algunos salmos traducen en una reflexión orante el juicio de condenación sobre los necios: los que, negando una presencia divina en la historia, se permiten oprimir a los pobres y jactarse orgullosamente de su poder y de su ateísmo moral. Son de especial eficacia los textos íntegros de algunas composiciones salmódicas: Ps 10; 14; 53; 94. Pero véanse también Ps 36,2-3; 59,8; 73,11; etc.
- San Pablo alude a un trasfondo de ateísmo moral -o de idolatría, marcada por el rechazo del Dios vivo y verdadero- cuando quiere afirmar la presencia del pecado y de sus consecuencias en el mundo: Rom 1,18-32. Y en la carta a los Efesios, comparando la situación religiosa de los cristianos procedentes del judaismo con la de los cristianos procedentes del paganismo, afirma que estos últimos carecían de las múltiples experiencias del Dios vivo y verdadero de Israel: “Estabais en otros tiempos sin Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel y ajenos a las alianzas, sin esperanza de la promesa y sin Dios (a-teos) en el mundo” (Ef 2,12). Como puede deducirse del examen de este texto, se trata de cinco exclusiones no tanto absolutas, sino más bien en relación con el antiguo pueblo de Israel. Estaban “lejos” (Ef 2,17) respecto a los israelitas “cercanos” a Dios”; la suya era una situación antes y más que un rechazo formal de Cristo y del mismo Dios de las esperanzas judías.

Fuente: Nuevo Diccionario de Teología RAVASI




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