miércoles, 24 de noviembre de 2010
El concepto y la práctica de la filosofía cristiana
Alvin Plantinga en 1984 publica un artículo programático sobre la filosofía cristiana que se titula Advice to Christian Philosophy que aparecerá en el primer volumen de la revista Faith and Philosophy, cuyo primer editor fue W. Alston. Otros escritos relevantes en este campo han sido: The Prospects of Natural Theology, Agustinian Christian Philosophy y Christian Philosophy at the End of the Twentieth Century. Se trata de escritos en buena medida programáticos que, por un lado, pretenden expresar su pensamiento sobre su propio trabajo y, por otro lado, establecen prioridades para la agenda de los filósofos cristianos y proponen líneas de investigación a desarrollar de tal modo que sirvan de inspiración para toda una escuela de filosofía. La idea es que el filósofo cristiano ha de responder, en primer lugar, a las objeciones contra la existencia de Dios o contra la racionalidad de la creencia cristiana, pero no puede limitarse a eso. Y no puede limitarse en dos sentidos: por un lado, «la comunidad filosófica cristiana necesita ir más allá de la apologética negativa en la dirección de una filosofía específicamente cristiana» y, por otro lado, «debe también analizar y examinar las principales alternativas actuales al teísmo cristiano y mostrar sus deficiencias», por ejemplo, el naturalismo y el anti-realismo, desarrollando un modo cristiano de pensar en estas áreas de la investigación filosófica, como pueden ser, por ejemplo, «la verdad, la objetividad o la normatividad, y en muchas otras que les conciernen especialmente, como el conocimiento, la moralidad, la responsabilidad, la libertad, la ética, la naturalezas de los seres humanos, la naturaleza de los objetos abstractos, la naturaleza de la causalidad, el modo de entender la ciencia, la manera en que la Sagrada Escritura es una palabra especial que proviene del Señor, la clase de garantía que incorpora la creencia cristiana y un millar de otros tópicos», porque su responsabilidad más importante no es con la comunidad filosófica de la que forma parte, aunque también, sino que tiene que ver principalmente con la misma comunidad cristiana a la que pertenece [Plantinga 1998a: 357-358].
En el segundo de estos escritos, Plantinga vuelve a revisar el papel de los argumentos de la teología natural. En primer lugar, reexamina las condiciones y estándares que ya fueron establecidas en God and Other Minds, pero ahora se ven como poco realistas: con esos estándares y en esas condiciones se puede decir que no hay ningún buen argumento para ningún tema filosóficamente serio. Por tanto, si prescindimos de aquellos estrictos estándares y no pensamos que los argumentos son los únicos fundamentos posibles para sostener que la creencia en la existencia de Dios sea racional, entonces podemos advertir que los argumentos de la teología natural cumplen su papel propio si «incrementan significativamente la garantía» de la creencia en la existencia de Dios, es decir, cuando se utilizan para confirmarla y darle fuerza en contextos determinados en los que si no se encontraran quizá esta creencia podría debilitarse significativamente o simplemente desaparecería.
Es necesario todavía añadir un apunte sobre el papel de los argumentos en la teología natural. En 1986 Plantinga ofreció una clase que tituló: Dos docenas, más o menos, de argumentos teísticos. Desde entonces se ha venido citando, hasta que se ha publicado como apéndice al volumen dedicado a Plantinga dentro de la serie Contemporary Philosophy in Focus. Por otro lado, no se trata de algo aislado, sino que muchas de las ideas aparecen también en Agustinian Christian Philosophy y en Rationality and Public Evidence: A Reply to Richard Swinburne, aunque sin duda se trata de la discusión más detallada de lo que entiende por argumentos exitosos en teología natural y surtido con un buen número de ejemplos, aunque realmente no se trata de detallados estudios analíticos de esos argumentos.
La primera idea que es preciso destacar es que esas pruebas no son en absoluto coercitivas, no fuerzan de ningún modo a creer en la existencia de Dios, puesto que aunque sus premisas pueden ser aceptadas por personas suficientemente sensibles, sin embargo otras personas reflexivas y sin prejuicios podrán rechazarlas sin incurrir en irracionalidad. De tal modo que esas pruebas pueden servir como mucho para apoyar y confirmar la creencia y quizá incluso para convencer a alguien especialmente preparado. Estas características coinciden con lo que la tradición llamó argumentos morales para demostrar la existencia de Dios, lo cual no es muy extraño porque es difícil formular argumentos metafísicos cuando en la tradición en la que vive Plantinga la metafísica sólo se afronta de modo incidental y tentativo y el propio Plantinga considera en buena medida que es imposible probar la verdad de las afirmaciones metafísicas.
Sirva como resumen de su posición sobre los argumentos para demostrar la existencia de Dios dos textos de sus últimas obras. El primero establece el valor de los argumentos teístas: «¿Para qué sirven esos buenos argumentos? Al menos para cuatro cosas. Primero, ellos pueden mover a alguien a acercarse al teísmo –mostrando, por ejemplo, que el teísmo es una opción intelectual legítima. Segundo, ellos revelan interesantes e importantes conexiones entre varios elementos del conjunto de creencias teístas […]. Tercero, los argumentos pueden fortalecer y confirmar la creencia teísta. No todos los creyentes sostienen la creencia teísta con certeza de un modo sereno e ininterrumpido […]. Finalmente, y conectado con el último punto, estos argumento pueden incrementar la garantía de la creencia teísta […] ellos pueden en algunos casos servir como algo parecido a la función tomista de transformar la creencia en conocimiento» [Plantinga 2007: 209]. El segundo, de su Warrant Christian Belief (2000), expone las limitaciones propias de estos argumentos: «No sé cómo hacer algo que alguien puede apropiadamente llamar ‘mostrar’ que ambos [el teísmo y el cristianismo] son verdad. Creo que hay una gran número (al menos un par de docenas) de argumentos para la existencia de Dios; ninguno, sin embargo, puede realmente ser pensado como mostrando o como demostración […] Por supuesto, esto no dice nada contra su verdad o garantía; muy pocas cosas de lo que creemos puede ser ‘demostrado’ o ‘mostrado’» [Plantinga 2000: 170]. En este punto, aun a pesar de todas estar precisiones puede afirmarse que «un buen argumento es el que provee de suficiente garantía epistémica para el conocimiento y una cantidad significativa de certeza psicológica. En la medida en que esto sea verdad, la comprensión plantingiana de la teología natural es innecesariamente exigente en la medida en que no parece que haya lugar para la existencia de buenos argumentos si ellos probablemente no convencerán al escéptico» [Beilby 2006 ].
Fuente desconocida.
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2 comentarios:
BREVE CRÍTICA AL PROFETISMO JUDÍO DEL ANTIGUO TESTAMENTO: La relación entre la fe y la razón expuesta parabolicamente por Cristo al ciego de nacimiento (Juan IX, 39), nos enseña la necesidad del raciocinio para hacer juicio justo de nuestras creencias, a fin de disolver las falsas certezas de la fe que nos hacen ciegos a la verdad mediante el discernimiento de los textos bíblicos. Lo cual nos exige criticar el profetismo judío o revelación para indagar “si es verdad o es mentira” que los textos bíblicos son palabra de Dios. Enmarcado la crítica en el fenómeno espiritual de la trasformación humana y, las ciencias y técnicas que nos ayudan a desarrollarnos espiritualmente. Abordado por la doctrina y la teoría de la trascendencia humana, conceptualizadas por los filósofos griegos y los místicos hindúes. Sabiduría védica instruida por Buda e ilustrada por Cristo, la cual concuerda con los planteamientos de la filosofía clásica y moderna, y las respuestas que la ciencia ha dado a los planteamientos trascendentales: (psicología, psicoterapia, logoterápia, desarrollo humano, etc.). Utilizando los principios universales del saber filosófico y espiritual como tabla rasa, a fin de deslindar y hacer objetivo lo “que es” o “no es” del mundo del espíritu. Método o criterio que nos ayuda a discernir objetivamente __la verdad o el error en los textos bíblicos analizando los diferentes aspectos y características que integran la triada preteológica: (la fenomenología, la explicación y la aplicación, del encuentro cercano escritos en los textos bíblicos). Vg: la conducta de los profetas mayores (Abraham y Moisés), no es la conducta de los místicos; la directriz del pensamiento de Abraham, es el deseo intenso de llegar a tener una descendencia numerosísima y llegar a ser un país rico como el de Ur, deseo intenso y obsesivo que es opuesto al despego de las cosas materiales que orienta a los místicos; es por ello, que la respuestas del dios de Abraham son alucinaciones contestatarias de los deseos del patriarca, y no tienen nada que ver con el mundo del espíritu. La directriz del pensamiento de Moisés, es la existencia de Israel entre la naciones a fin de llegar a ser la principal de todas, que es opuesta a la directriz de vida eterna o existencia después de la vida que orienta el pensamiento místico (Vg: la moradas celestiales, la salvación o perdición eterna a causa del bien o mal de nuestras obras en el juicio final de nuestra vida terrenal, abordadas por Cristo); el encuentro cercano descrito por Moisés en la zarza ardiente describe el fuego fatuo; el pie del rayo que pasa por el altar erigido por Moisés en el Monte Horeb, describe un fenómeno meteorológico; el pacto del Sinaí o mito fundacional de Israel como nación entre las naciones por voluntad divina a fin de santificar sus ancestros, su pueblo, su territorio, Jerusalén, el templo y la Torah; descripciones que no corresponden al encuentro cercano expresado por Cristo al experimentar la común unión: “El Padre y Yo, somos una misma cosa”, la cual coincide con la descrita por los místicos iluminados. Las leyes de la guerra dictadas por Moisés en el Deuteronomio causales del despojo, exterminio y sometimiento de las doce tribus cananeas y del actual genocidio del pueblo palestino, hacen evidente la ideología racista, criminal y genocida serial que sigue el pueblo judío desde tiempos bíblicos hasta hoy en día, conducta opuesta a la doctrina de la no violencia enseñada por Cristo __ Discernimiento que nos aporta las suficientes pruebas objetivas de juicio que nos dan la certeza que el profetismo judío o revelación bíblica, es un semillero del mal OPUESTO A LAS ENSEÑANZAS DE CRISTO, ya que en lugar de sanar y prevenir las enfermedades del alma para desarrollarnos espiritualmente, enerva a sus seguidores provocándoles: alucinaciones, estulticia, delirios, histeria y paranoia; propiciando la bibliolatría, el fanatismo, la intolerancia, el puritanismo hipócrita, el sectarismo, e impidiendo su desarrollo espiritual.
La fina conexión existente entre la profecía antiguo-testamentaria y la vida de Cristo se valida a si misma y es evidencia de la revelación progresiva de un Dios omnisciente que quiso utilizar el pecado y la muerte como formas expresivas de revelación acerca de que fuera de él no hay nada "En el día del bien goza del bien; y en el día de la adversidad considera. Dios hizo tanto lo uno como lo otro, a fin de que el hombre nada halle después de él" (Ecl 7:14 ). Sin embargo la no-aceptación de la soberanía de Dios y el control total que tiene del bien y del mal es producto de la ceguera espiritual que posee una persona no regenerada por el Espíritu Santo " Y él le dijo: Como suele hablar cualquiera de las mujeres fatuas, has hablado. ¿Qué? ¿Recibiremos de Dios el bien, y el mal no lo recibiremos? En todo esto no pecó Job con sus labios" (Job 2:10).Lamentablemente este rechazo lleva a la irracionalidad de pensar que hay un modelo de justicia propia que es válido para juzgar al creador y definidor de todas las cosas, es por eso que el ser humano en su condición caída y pecaminosa esta imposibilitado en entender el propósito de Dios cuando permite que el dolor sea parte de la realidad cotidiana, el esquema supralapsarianista nos enseña que el decreto principal de Dios es darse gloria él mismo, porque no hacer esto seria inmensamente inmoral porque Dios tiene todas las perfecciones y el hombre únicamente siendo redimido es capaz de poder disfrutar de algo que esta totalmente alejado de su alcance, pero el hombre al entender la magnitud de su redención únicamente a traves del Espiritu de Dios puede llegar a realizar en su limitado pensamiento que no darle la gloria total a Dios seria una insensatez, y que si Dios apartara su mirada de si mismo y sus propósitos eternos nuestra vida entera se cae a pedazos y seriamos absorbidos por la transitoriedad de la vida.
Dios llama a todos los hombres que se arrepientan y reconozcan a Cristo como el Salvador y redentor de la humanidad, La cruz es señal de la incapacidad del hombre de ser integro, perfecto y de salvarse a si mismo, por eso cada uno de los hombres que deseen ser salvos deben descansar en la obra de Cristo y no en sus propias obras ya que el hombre ni siquiera sabe lo que quiere.
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